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¿Cuántas veces hemos dicho…? -«¡Tengo que encontrar un hueco para leer ese libro que tengo en la mesilla!»- En muchas, muchas ocasiones. Y seamos sinceros, has colocado innumerables veces, de forma estratégica, esa novela que compraste con ilusión y que todavía, con pena, no has tocado. En la mesilla, en un mueble visible del salón, en tu bolso o mochila… Y ahí sigue.

A mi también me pasa…

«Los ajetreos de la vida»

¿Cuantas veces hemos pensado en…? –«¡Debería leer más!»

Los ajetreos de la vida, el tiempo en familia (tiempo importantísimo), el tiempo con los amigos (mega necesario), las obligaciones de la casa, las horas del trabajo, la dedicación a las redes sociales, ese momento super placentero, cuando al final del día, te descompones en el sofá y enciendes la tele para ver tu serie favorita, o una película que querías ver desde el año 99, porque también la has tenido que aplazar. Todos esos momentos que hacen que mires el reloj por la noche y digas: – «¡¿Ya son las doce?! ¡Madre mía, me tengo que acostar, mañana madrugo!»

A mi también me pasa…

«¡¿Dónde se han ido las horas!?»

Te arrastras hacia tu dormitorio por el pasillo, como un alma en pena, tu cuerpo casi ni responde a las órdenes de tu cerebro, de que debe caminar. A mi me toca recorrer uno bastante largo, no sé si a ti también, pero los días más exigentes y estresantes ni me planteo cruzarlo, prefiero hacer una asentada en el sofá, «¡De aquí no me mueven ni los verdugos!» Aunque a la mañana siguiente me arrepienta por las mil contracturas del cuello. Pero cuando cruzas ese pasillo para ir a tu cama, involuntariamente piensas: -«¡¿Qué ha pasado?! ¡¿Dónde se han ido las horas?!» Y llegas a tu dormitorio, te pones el pijama calentito, el cual te reconforta y te da más sueño, pones las veinte mil alarmas en tu móvil, suspiras al ver que el dichoso despertador te dice las horas que te quedan para dormir y te cabreas un poco, sólo un poco, porque enseguida se te pasa al ver tu blandita y sonriente almohada, que te espera con los brazos abiertos. Recorres el cable del cargador, que está enchufado en la pared, hasta llegar a la clavija para insertarla, el teléfono móvil también te dice que menos mal que lo has enchufado porque estaba en las últimas, casi como te sientes tú. Entonces viene la culpa, el remordimiento, vuelve un poquito de cabreo, pero esta vez contigo mism@, porque al dejar el móvil en la mesilla, ese libro, esa novela, ese recopilador de historias nuevas que amas, se siente solo y abandonado. Te sientes mal, porque tu ilusión cuando lo compraste se ha desvanecido y no querías eso, te sientes mal, porque lo colocaste a propósito ahí, para irte antes a la cama y poder leerlo, pero no lo has hecho.

A mí también me pasa…

«No pasa nada, ven, yo te consuelo»

Entonces, te acuestas en la cama y pones tu cabeza en esa blandita y cariñosa almohada que te dice: – «No pasa nada, ven, yo te consuelo»– Y como por arte de magia, ese sentimiento de culpa se desvanece, te sientes mejor, estiras todo tu cuerpo por el placer del descanso y te duermes suavemente. En mi caso tardo unos diez o quince minutos en coger el sueño, es posible que en otra vida fuera un búho o quizás un murciélago, me pega más. En el caso de mi querido futuro marido, son de entre 40 segundos y dos minutos, ¡en serio, lo he contado! Incluso a veces ha batido su propio récord, desde que su pelo rozó la almohada, hasta que se oyó el primer ronquido, podían haber pasado 20 segundos.

A la mañana siguiente, te despiertas aporreando la dichosa canción que suena en tu despertador, esa que elegiste predeterminada para eso porque dijiste: – «Voy a poner esta, suena fuerte y así la oigo» o «Voy a poner esta, me mola esta canción, quiero despertarme feliz escuchándola» y al final, acabaste por odiarla.

Miras el reloj de tu teléfono, cabread@ porque las horas de dormir han pasado fugazmente, como si no hubieras descansado nada, ni siquiera recuerdas haber soñado, pero ¡Sorpresa! Tienes que levantarte e ir a trabajar.

Entonces te levantas, aún con visibilidad borrosa, por las mil legañas que conquistaron tus ojos durante la noche, y ahí está de nuevo, miras hacia tu mesilla, la portada de tu precioso libro te observa dulcemente con esperanza de que, hoy sí lo abras y lo leas. Piensas con decisión: -«¡Hoy lo leo un ratito, hoy lo empiezo!«- .

A mi me pasa cada día…

Si has llegado hasta aquí, quiero decirte que, habrás tardado unos 3 minutos con 31 segundos en leer esto ¡Pues claro que lo he cronometrado! ¿Y qué son 3 minutos y medio en nuestro día a día? ¡Nada! Los desperdiciamos en un montón de cosas sin importancia, yo por lo menos, sí.

Así que, como todo esto nos pasa a ti, a mi y a la gran mayoría de los mortales, te propongo un sencillo y entretenido reto:

¡VOY A ESCRIBIR PARA TI!

He decidido escribir una novela a través de un blog

¡Así, tal cual lo lees!

Escribiré cada dos días un capítulo nuevo y lo subiré al apartado de CAPÍTULOS. Sólo tendrás que hacer click en el apartado, éste se desglosará y podrás escoger el capítulo dónde te quedaste.

Además, he añadido un toque personal mío… Cuando me pongo a teclear el ordenador, necesito mi carpeta de música, la que me lleva a nuevos personajes, a nuevas historias, nuevos paisajes. Te dejo mi carpeta de Spotify llamada Escribe, justo aquí debajo verás un botón que pone MÚSICA, si haces click, éste te llevará hasta ella.

Por si también eres de l@s que la música le transporta…

¿Por qué hago esto?

¡Porque me encanta escribir!

Me evade, me distrae, me relaja, mejor que un baño calentito con espuma, mejor que un pedazo de tableta de chocolate cuando nadie te ve, mejor que montar puzzles de mil piezas y verlos terminados. Para mí escribir es mi forma de vida y expresión ¡Lo necesito! Como necesito bailar, pasear, estar con mi familia, hacer el amor o pasarme una tarde entera hablando con mi mejor amiga. Es una necesidad básica, si no escribo, no funciono, pero… también te necesito a ti… mi lector incondicional, que me lea cada día, que me anime entre las sombras, detrás de su ordenador, su tablet, su móvil… que me obligue a conseguirlo, a ser constante, a querer superarme y a esforzarme por ti ¡Te necesito…!

A ti, que le eres fiel a las historias y evades tu mente con ellas, que imaginas, que sueñas…

¿Por qué vas a leerlo?

¡Porque te vas a enganchar!

¿Eres de los que les pasa lo mismo que a mi? ¿De los que no consiguen frenar su vida para abrir su libro de mesilla? No podemos darle al pause, la vida sigue a pesar de que a ti te encantaría abrir esa novela y leer sin límite de tiempo. Así que… ¡Yo escribiré para ti!

Tardarás entre 5 y 10 minutos en leer cada capítulo, puede que menos. Podrás leerlo en el tren o en el metro de camino al trabajo o a cualquier otro destino que tengas previsto. Con tu café de la mañana, para mí el mejor momento del día, mi momento más inspirador y tranquilo. Cuando estés en el baño… (lugar de paz total), incluso en la cola del supermercado, que por desgracia ahora son bastante largas…

Lo bueno de todo esto es lo que sentirás al final del día, sentirás que has leído, que tu mente se ha esparcido, ¡habrás desconectado! al menos durante un ratito, pero ese ratito habrá sido sólo tuyo.

¡LIBRO ENTERO LEÍDO!

Y cuando llegues al último capítulo…

Habrás leído un libro entero sin apenas mucho esfuerzo, aunque leer un libro, en verdad, no es un esfuerzo, el esfuerzo es encontrar el tiempo en tu día, después de eso viene el siguiente esfuerzo, conseguir las ganas. Las ganas de relajarnos, de quedarnos quietos en un mismo sitio con la mente en blanco, durante unos minutos, unas horas y llenar esa mente de inspiración, magia, imaginación. No conseguimos relajarnos nunca, la vida va a mil por hora y nosotros le seguimos el ritmo a mil cien, cuando queremos decir: – ¡Eh, frena, que no puedo más! – Simplemente… no podemos.

¿QUÉ QUIERO A CAMBIO?

  • ¡Que lo disfrutes! Es tu ratito, tu momento, así que sumérgete en las palabras y vive la historia de Pitia.
  • ¡Que seas crítico! Este es tu blog, así que podrás comentar de manera pública cada capítulo, en la parte donde pone Comentarios, o de forma más privada accediendo a CONTACTA CON LA AUTORA Aquí podrás enviarme críticas negativas y/o positivas en privado. Aunque yo espero que sean positivas, siempre recibo las negativas con los brazos abiertos, al fin y al cabo yo aprendo de ti, de mi lector.
  • ¡Que quieras más! Al final de cada capítulo que leas, quiero que necesites más, que sientas esas ganas de que llegue uno nuevo, que seas impaciente, para eso también puedes escribirme y darme algo de caña en plan… «¡Necesito el siguiente, escribe más!»
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